miércoles, 19 de septiembre de 2007

Un soplo de aire fresco...

Es un poco largo, pero está es la historia de como mi perro Chico me cambio la vida. Abro mi corazón para que todo el mundo sepa lo maravilloso que es en su 12 cumpleaños.
Eran tiempos difíciles, en los que aun más que ahora, pasaba más tiempo en las nubes que en la realidad. Era una necesidad para una niña que deseaba escapar de una realidad agobiante e injusta, una vida que no entendía, un mundo confuso y terrorífico en el que no quería vivir.
Me habían arrebatado aquello que más quería, a quien más necesitaba, y me sentía sola, mientras la carga de unos años grises, de los que solo recuerdo el dolor y la esperanza como las unicas cosas que aun me pertenecían, se iba quedando sobre mis hombros. Y es que la soledad y el desprecio hacían que para sobrevivir necesitase soñar...y esperar...
Lo que no sabía por entonces era que lo que se avecinaba seguiría siendo dificil, que se acercaba la hora de los cambios, que todos esos años en los que había permanecido estática y anclada al pasado ya debían pasar...
Y habían pasado 4 años desde que murió, con lo que mi familia debía transformarse inexorablemente, ya no seríamos tres, ya que íbamos a ser cuatro. Intenté entenderlo, yo sabía que mi madre debía rehacer su vida, sin embargo mi corazón se resistía a dejar todo atrás. Aun no estaba lista, y tardaría años en estarlo, pero la vida siempre intentaba meterme prisa, y había estado demasiado tiempo huyendo de ese monstruo que era el mundo real, e inevitablemente, había llegado el momento de enfrentarme a él.
En el colegio era, si cabe, aun peor. Aunque tenía algunas amigas, sentía día tras día que no encajaba, que no sabía como ser parte del mundo. De lo que no era consciente era de que yo misma me aislaba, porque tenía miedo, una fobia irracional a sufrir, a ser dañada, a llorar y a tener ganas de terminar con todo, sobre todo a perder la esperanza. Siempre había sido tímida, diferente, y en esos años mi timidez extrema era una manifestación más de ese terror extremo que me llenaba el cuerpo y no me dejaba respirar. Ser diferente es algo que con los años aprendí a ver como algo bueno,pero en la preadolescencia es algo que no se lleva bien, y yo me veía obligada a escuchar, día tras día, mientras el miedo me paralizaba, los insultos, los apodos, las burlas y las risas histriónicas y aterradoras de mis compañeros.
Pero no todos los cambios son malos, y hubo uno que hizo despertar mi alma para siempre. En esos momentos fue como abrir ventanas que habían estado cerradas muchos años.
Mi nuevo padrastro resulto ser un buen hombre, aunque yo por entonces no le viera asi. Fue dificil congeniar con él, y tarde muchos años en llegar a aceptarle como es, a quererle, a aprender que debía, por encima de todo, respetar los deseos de mi madre, porque esa era su vida. Pero entonces, sin saber lo que realmente me estaba regalando, él consiguió convencer a mi madre para adoptar un cachorro. Un amigo suyo de un pueblo de Madrid al que soliamos ir todos los domingos, ¡tenía una perra que dentro de poco tendría perritos! Desde ese momento, no paré de imaginar comos sería "Chico". El nombre se lo puso mi madre en recuerdo a un perro que tuvo cuando de pequeña vivio en Brasil.
Por mucho que imaginase no podía parecerse nada a lo que ví un domingo, día 19 de septiembre de 1995. En el pueblo, mientras desayunabamos en el bar, nos dijeron que la perra había parido aquella misma madrugada, ¡y que podíamos verlos! A mi hermana y a mí se nos iluminó la mirada, y más cuando llegamos a la casa y nos encontramos a un chaval sacando los cachorros para que los viéramos, y cogiendoles mientras les daba la vuelta para dividirlos en hembras y machos. El único requisito que mi madre había puesto era que debía ser un macho. En total eran 23, nada más y nada menos, y fueron varios machos los que quedaron para elegir. Mi hermana y yo debíamos tomar la decisión. Los había negros, marrones, canela, a manchas...y eran pequeños y adorables, aun ciegos. Emitían una especie de quejidos junto con unos leves temblores, y eso hacía que dieran ganas de cogerlos, acunarlos y llevarlos todos a casa. El tacto era suave, su madre los había lavado a conciencia y estaban brillantes. Tanto mi hermana como yo estuvimos de acuerdo en que nos gustaban los de manchas blancas y negras, de modo que solo dos eran los finalistas. Entre los dos, uno era especielmente activo y parecía mas gordo, se echaba encima de sus hermanos como si quisiera llamar la atención, y algunas partes de su cara y las cejas eran marrones, sus manchas eran más irregulares, más llamativas, era diferente a sus hermanos, era especial y eso le hizo ser el elegido. Cuando lo cogí por primera vez pude sentir una inmensa alegría, como si estuviera soltando un gran lastre, sentí ilusión e impaciencia por tenerle en casa, un increible instinto de protección y la satisfacción que causa el ver (por fin) un sueño cumplido.
El mes que pasó hasta que le llevamos a casa se me hizo interminable. Durante la semana deseaba que llegase el fin de semana para verle, para jugar con él, acariciarle, para reir y disfrutar. La primera vez que le ví con los ojos abiertos sentí que algo muy grande nos unía, que su mirada era increiblemente humana. Empece a ver la vida con otros ojos, a ir recuperando poco a poco la alegría, y entonces me di cuenta de que la vida te da una de cal y otra de arena, que no todo es malo, que no hay luz sin oscuridad. Tenía trece años, pero me sentía como si viera de nuevo el mundo, como si todo cobrase nuevo significado, nuevo rumbo.
Desde el momento que Chico llegó a casa, fue el más mimado. Para mi hermana era un compañero de juegos, incansable y divertido,. Para mí, suponía la diferencia entre la tristeza y la alegría, la muerte y la vida, un amigo que siempre se alegraba de verme, que hacía que cuando entraba en casa aguantandome las lágrimas después del colegio, sonriera y todo lo malo perdiera su importancia.
Para mí siguieron siendo años difíciles, yo aun no lo sabía, pero tenía demasiados problemas para poder arreglarlos yo sola, y pasados cinco años decidí pedir ayuda y un especialista me ayudó a curar. Durante ese tiempo, y el que siguió después con alguna que otra recaida, Chico siempre ha estado conmigo, en los buenos y malos momentos, me ha hecho recordar el valor de la sonrisa que ahora luzco permanentemente en mi cara, me ha hecho sentir querida, valorada, necesitada, importante y por lo tanto valiosa para este mundo.
Ya hace 3 años que estoy completamente recuperada, y si soy feliz ha sido en parte gracias a la ayuda que en los años más difíciles me prestó mi mejor amigo, al que hemos estado a punto de perder en varias ocasiones. Una, cuando un jabalí estuvo a punto de seccionarle la yugular, otra cuando se deshidrató accidentalmente por un descuido, y otra, hace dos años, cuando ya contaba con 10 años y pensábamos que no iba a salir...por una anemia hemolítica por agotamiento.
Pero aquí sigue como siempre, acompañándonos en lo bueno y en lo malo, alegrándose de vernos y con muchas ganas de jugar. Todos dicen que no aparenta los años que tiene, y yo me siento orgullosa de su espíritu joven y libre, de su pachorra, de sus canas, de su barriguilla, de su gran afán de supervivencia, de su fortaleza interior, y de su eterna alegría y dedicación.
Hoy cumple 12 años. Todos en la familia hemos crecido, evolucionado, hemos aprendido a convivir y a respetarnos. Y Chico ha sido, es, y será uno de los lazos más importantes que nos mantiene unidos.
Aquel que fue un soplo de frescura se ha convertido en mi compañero de camino, y espero que aun queden muchos años para disfrutar con él, porque cuando se vaya quiero que sea habiéndole devuelto todo lo que me ha dado, y eso...es tanto que ni en mil vidas le podría reponer.
Muchas gracias.
Y este es un video que he hecho para él en su cumpleaños.
Besitos a todos

9 comentarios:

Paulina dijo...

Te leia y ha sido como si leyeras mi pensamiento , justo pensaba poner algo en mi blog sobre Benito mi perrito que fallecio hace casi dos años, muchas veces asi como tu vi un rostro humano en sus ojitos , tambien fue mi compañero recuerdo mi madre me lo regalo pues habia nacido el mismo dia que mi hija katita benito vivio 18 años y fue como un niñito hasta el final .
Asi como muchas veces vi una sonrisa en la carita de Mielito y vi cambiar el rostro de Lunita trsite de cuando la encontre en la calle un dia , haasta verla con su carita feliz sabiendo que era amada sin condicion .
Un abrazo enorme para ti y para Chico que siga cumpliendo muchosssss años mas y que sepa tien una mama que lo adora .
Besitos mi niña y es precioso lo que has escrito , cuando haga mi post veras la sonrisa de Benito :9 las de Mielito bien las conociste verdad?
Un beso...

Anónimo dijo...

No hay mejor regalo que el amor
Chico es bendecido en amor , preciosa historia y precioso Chico que vengan muchos años mas ...
Besitos a todos :D

La pandilla dijo...

Tiene cara de buena gente Chico , hay algo muy dulce en su mirada si no fuera gatita y fuerra perrita te preguntaria si tiens novia prrrr....

Anónimo dijo...

Que hermosa historia contaste, me emocionó.... :)
Y Feliz cumple para chico!!!

Ari dijo...

Qu{e linda historia, transmites lo afortunada que te sientes. Chico es un viejito hermoso, su cara de abuelo tierno me recuerda a nuestro perro Anti, estoy a miles de kilómetros de él, pero esta navidad espero verle y consentirle, lo extraño y justo tiene la edad que tu Chico.

Besotes!!!

Anónimo dijo...

Un testimonio muy �ntimo. Me has recordado a las sensaciones de la preadolescencia, una etapa tan rara... claro que en tu caso con cosas peores y tristes, la m�a no se sali� de lo normal. Tambi� nme ha recordado la primera vez que vi a Anita, fue en unas circunstancias parecidas a las de la perrita.
�23 perros? �Nunca conoc� un caso as� �No te fallar� la memoria? jejeje.

Precioso v�deo y homenaje, que sean muchos a�os m�s de felicidad y compa�a.

Selerkála dijo...

Sólo les falta hablar...yo también tuve una perrita así de especial, Katy, (y aprendió a decir "agua", jajaja)

Dale un fuerte abrazo a tu perrito...Y uno enorme para ti wapisima!!

Estos dias estoy algo descolgada de la red porque el principio de curso no me deja tiempo, pero vamos, que seguimos por los mares, eh!

Namiaurë!!

Monik dijo...

Mientras leía tu relato, parecia como si tú y yo hubieramos tenído una vida muy parecía en nuestra niñez.
Después con la llegada de tu perro, también me recordó a mi gatita "Cati" una europea de color negra y muy bonita que siempre estaba conmigo para lo bueno y lo malo y que, desgraciadamente, se fue... para no volver...
Bueno, despues de decirte todas estas cosas tristes, te diré que tienes un perro que en sus ojos desprende nobleza y ternura. Tiene una cara preciosa... En definitiva, me ha encantado tu "Chico" :D
Espero que esteis muchos años juntos, para daros compañía y amor.

Muchos besos a los dos y aunque haya sido un poco triste esta historia, al final, he visto que gracias a tu perro, has vuelto otra vez a ser feliz. Y eso me alegra muchísimo.

P.D: Gracias por el enlace y por todo lo que me has dicho en el comment! :) Tú también estás enlazada y me ha encantado tu blog.

Anónimo dijo...

Me dieron ganas de escribir mi historia. Miauuuuu... tengo que hacer memoria de algunas cosas.

El Gatote.

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Sueños de agua
Espero que os guste